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Arqueología Ecuatoriana | Foros

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Victor Falcón Huayta ha publicado un largo e interesante balance del III Congreso Ecuatoriano de Anthropología y Arqueología de Guayaquil en el portal Arqueología del Perú. Les invito a leerla como base de debate: http://www.arqueologiadelperu.com.ar/co … cuador.htm

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Don Nadie escribió:

Siendo así, se le felicita al autor del editorial por su labor en el portal, pero ¿cuánto ha publicado sobre sus propias investigaciones científicas? ¿Cuántas ponencias ha presentado sobre las mismas? Luego, ¿qué tanta credibilidad adquieren sus reproches hacia sus colegas?

Actualmente, como lo sabe, estoy realizando un PhD en la universidad de la Sorbonne sobre la cultura Mayo-Chinchipe. Todavía no he publicado en American Antiquity porque se necesita primero un trabajo importante sobre el corpus ya que no se conoce mucho de esta cultura. Espero terminar rápidamente mi tesis para que sea luego traducida al español y, porque no, al ingles. Soy al inicio de mi carrera y espero compartir rápidamente mis primeros resultados con los demás colegas y el público.
No es porque no he publicado en American Antiquity que no he realizado un trabajo de difusión de los trabajos que realizamos en Zamora Chinchipe. El Dr. Francisco Valdez a publicado varios artículos sobre los descubrimientos. También he realizado conferencias, artículos de prensa, afiche y tripticos para difundir los resultados de la investigación y los esfuerzos del gobierno actual en la protección de este legado hacia los colegas, estudiantes y alumnos y el público. Este portal, ademas es una herramienta para todos los que quieren utilizarla a estos fines. También he dado clases de arqueología para capacitar a la próxima generación de arqueolog@s ecuatorian@s.

Don Nadie escribió:

Desde luego, queda claro que nunca está de más recibir lecciones. Impartirlas requiere no obstante un poco más de cautela, de tacto y de auto-crítica. Antes de pegar el grito al cielo, ¿por qué mejor no pensamos en cuán bien parados estamos como para atribuirnos la autoridad de dar enseñanzas, y de qué forma?

No es un grito al cielo, sino una constatación. No considero ser "algún profeta" mesiánico que va a solucionar los problemas. Solamente quiero llamar la atención sobre un estado de hecho que la comunidad arqueológica nacional e internacional no supo solucionar aun. Soy abierto a la critica, tengo fallas y hago errores; como cualquiera.

Debemos ahora buscar soluciones, incluyendo todos los actores para que podíamos avanzar estos temas. El Ministerio de Cultura, el Ministerio Coordinador y las demás instituciones y actores deberían estar a la cabeza de reuniones de trabajo que tengan como fines la redacción del código deontológico de la disciplina aprobados por tod@s. Sera, en mi opinión la única solución para superar "las mafias" y fortalecer a la disciplina.

No estoy aqui para decidir en vez de los ciudadanos y arqueológos ecuatorianos. Es su patrimonio. Nosotros solamente podemos apoyar ustedes en protegerlo. A escuchar a la comunidad arqueológica del pais, se ve que este tema es transcendental para los profesionales. Es una oportunidad de tener en sus manos el futuro de la disciplina: o sigue con su problemas, o los verdaderos arqueólogos del pais tienen que unirse para salvar el patrimonio del pais de sus depredadores, cuales sean.

Al contrario de Fernando, opino que no es necesidad de conformar una "Comunidad Arqueológica Nacional”; la diversidad aporta argumentos y fomenta ideas y debates enriquecedores pero al nivel individual, se debe obligar a los profesionales que realizan investigaciones en el país (nacionales como extranjeros), someterse a un código de ética que sea aprobado por las autoridades y las asociaciones gremiales. También se necesita cursos de ética en el pensum de estudios de las carreras universitarias.

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MENSAJE COMPLETO 18 MAYO 2009
Colegas, colaboró este debate como Arqueólogo activo y no como parte del Colegio de profesionales Arqueólogos del Ecuador, ya que debería haber un pronunciamiento oficial, pero bajo mi punto de vista coincido con Gaetan al preguntarnos ¿DONDE ESTÁN LOS COLEGAS?... es una realidad que han sido muy pocos los q han colaborado en esta página (y me incluyo en los pocos participativos), pero en el CPAE es igual, muy pocos han colaborados de una manera participativa y efectiva.

El III congreso de Arqueología y Antropología (oct. 2008) fue lamentable, no por el evento en si… sino porque habían más arqueólogos extranjeros que nacionales y no es por q desvaloremos su presencia es que trato de resaltar a los faltantes…. ¿Hay mucho trabajo?, ¿hay muchos proyectos?, ojala si….. o ese deseo de resaltar la arqueología ecuatoriana, es difícil o imposible…. No será que aun nos debemos preguntar si existe en verdad una arqueología ecuatoriana….. ya dejamos de preguntarnos de la existencia de “arqueólogos ecuatorianos” (PUCE, ESPOL, UPSE, u otra universidad extranjera)… pues ya existen, pocos pero existen….  Hay un listado de 42 carnetizados como arqueólogos en el INPC, tal vez no todos sean arqueólogos pero eso es otro cantar, pero existe un número de investigadores más o menos activos,,, a parte habrá unos tantos más que no han sacado su carnet , otros que no les interesó ejercer, otros q nunca se graduaron y otros q aun no terminan de estudiar…. Hay gente en el medio arqueológico…. Donde están…
La pregunta siguientes es: ¿hay “investigaciones ecuatorianas”?,,,, pues si las hay … llámese de contrato o no, que sean planteadas por el INPC, por las universidades, por Ministerios o por necesidades de gobiernos locales, sea como sea….. Existen
Me pregunto  ahora, ya que existen arqueólogos nacionales y que de mayor o menor grado están ocupados en una investigación que los puede absorber a tiempo completo por un tiempo específico, y uniéndome nuevamente a lo que expone Gaetan, porque nosotros no damos información o no colaboramos desinteresada y oficialmente entre colegas… recordemos quienes somos, somos los arqueólogos que forman parte del “Colegio de Antropólogos y Lingüistas de Pichincha” (CALP),o los que formamos el “Colegio Profesionales Arqueólogos del Ecuador” (CPAE), existen Arqueólogos no Agremiados y arqueólogos en preparación….. y en el mejor de los casos, cada uno en su trinchera vemos al otro grupo trabajar o al interior de cada trinchera vemos a los directivos tratar de hacer algo (en el caso de los gremios) o trabajando independientemente esperando que los demás se unan, o los estudiantes viendo que discurso le convence más….. Pensemos en unión… hay diferencia entre nosotros eso no es el problema formemos la “Comunidad Arqueológica Nacional” o como se deba llamar…pensemos en grupo pensemos en la arqueología nacional, profesores y estudiantes, ejecutores y los que controlan….ya es extemporáneo que los arqueólogos trabajen solos, seamos un referente…. Aportemos aunque nos critiquen que al final de eso se trata este quehacer..

Fernando Mejía

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Muy bien, luego de esta cautelosa autocrítica, y ya que estamos de acuerdo, pasemos a las acciones y lancemos propuestas concretas.

Ante la apertura y la coyuntura política actual es nuestro deber generar un debate serio sobre las políticas que deben enmarcar la práctica arqueológica profesional, comprometida con el proceso de cambio instaurado en el país.

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Gracias por estas aclaraciones Francisco. De cierta manera, éstas permiten complementar lo enunciado en mi primer mensaje:

Precisamente, mi primera observación al respecto va hacia la forma de abordar este debate, cuyo propósito -hasta donde tengo entendido-, es resumido por usted en los siguientes términos en la página de entrada del portal: "Transmontando los ataques personales se intenta pasar a una visión holística del problema de la arqueología profesional en el país". Pero ¿no estamos tratando justamente con personas? Pues como usted bien lo señala en su primer mensaje: "Parecería que al hablar de arqueología ecuatoriana siempre nos remitimos al conjunto de objetos, monumentos y reliquias del pasado, cuando en realidad la arqueología ecuatoriana comienza siempre con sus actores". Así pues, eso de la "visión holística" citada más arriba no tarda en perderse en abstracciones estériles... El problema debe ser abordado de forma pragmática, desde lo micro y lo concreto también. De lo contrario, caemos justamente en ese riesgo de que los discursos no rebasen la etapa del "blablabla trillado" al que usted alude luego.

Desde esta perspectiva, otra palabra clave que usted menciona también y que amerita ser resaltada, es la idea de ACCIONES, que son las que dan sentido a este dichoso "blablabla": "En el país, deberíamos esforzarnos porque la "Cosa Nostra" no siga repitiendo un blablabla trillado (pseudo-político o no) y que se manifieste en acciones positivas por el avance de la ciencia". Son estas acciones, sumadas a reflejos de cautelosa auto-crítica, las que precisamente legitiman los discursos de esta naturaleza y logran romper de forma eficiente el silencio que usted denuncia: "La patria nos exige reaccionar y guardar silencio sólo nos haría cómplices y encubridores de una realidad muy poco sana para el avance de esta ciencia social que algunos llamamos "la pesquisa de nuestra primera historia". Pues tal como lo señalo también, no hay que perder de vista un punto esencial que usted mismo evoca más adelante en su respuesta: "Siempre seremos lo que somos, pero no se pierde nada tratando de ser mejores y de exigirnos cada vez más". Mucho más que un eventual "no perder nada", se trata de una OBLIGACIÓN a perseverar, inseparable del quehacer científico.

En resumidas cuentas, "La revolución ciudadana", "la patria (...) exige", "esfuerzo ciudadano", "ya es de todos"... todo esto suena bien. Como consecuencia, sí a los discursos y al diálogo (es decir, al "blablabla"), pero responsables, consecuentes, y coherentes con ellos mismos. A eso venían las referencias a los actores citados en mi primer mensaje. En ningún momento se mencionó a la arqueología de contrato -sin lugar a dudas un concepto noble que nada tiene que ver con los usos interesados que las mafias aludidas quieran darle a posteriori-, pero ya que usted lo pone en el tapete, y tomando en consideración lo señalado más arriba, pues sí, queda claro que no está de más inisistirles a sus integrantes para que hagan escuchar su voz... Pero -repito-, sin olvidarnos de la palabra mágica "ACCIONES", con la cual de hecho usted concluye su respuesta, y que son las únicas autorizadas en otorgar crédito a cualquier tipo de discurso de este tipo que un científico responsable y comprometido pretenda plantear.

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A fuerza de golpear el pedernal, una chispa ha prendido por fin el fuego en tanta paja mojada y ahora se elevan llamaradas violentas, pero por esta misma característica serán sin duda, de corta duración.
Un foro de discusión, es justamente eso, un medio donde se puedan discutir y ventilar las situaciones que se constatan en la realidad profesional de nuestro país. Estos temas (“issues”) pueden ser o no polémicos, pero evitarlos sólo contribuye a que siga imperando el estado actual de cosas. No creo que subrayar la realidad por la que atraviesa la arqueología de nuestro país sea una tentativa de dar lecciones de moral a nadie (más aún, a sabiendas de que éstas siempre sólo se “ganan” la simpatía del público).   
Me temo que tenemos todos la responsabilidad de hacer, necesariamente, un juicio de la situación actual de nuestra práctica profesional. A fuerza de preguntarnos ¿quiénes somos para hacer el juicio de nadie ?, o ¿de qué ?, no habremos logrado nada por que cambie el estado actual de inercia. La patria nos exige reaccionar y guardar silencio sólo nos haría cómplices y encubridores de una realidad muy poco sana para el avance de esta ciencia social que algunos llamamos “la pesquisa de nuestra primera historia”.

Que hayan pequeñas mafias en el gremio arqueológico no es novedad, ésta es la realidad en la mayor parte del mundo (incluyendo al académico). De que éstas sean mediocres, egoístas o rivales, no les favorece ciertamente, pero así suelen ser siempre todas las mafias. En el país deberíamos esforzarnos por que la "Cosa Nostra" no siga repitiendo un blablabla trillado (pseudo-político o no) y que se manifieste en acciones positivas por el avance de la ciencia. Siempre seremos lo que somos, pero no se pierde nada tratando de ser mejores y de exigirnos cada vez más. Así quizás las generaciones futuras no sólo dirán, después de Gonzáles Suárez , Jijón, Cevallos Menéndez, Etrada y Porras aquí sólo hubieron contratistas, egoístas, celosos y mudos (por aquello del silencio científico).
Yo creo que la arqueología de contrato no es mala en sí, ya uno de los participantes extranjeros al congreso de Guayaquil, lo dejo en claro con los ejemplos que el trajo desde Puerto Rico. Pero en nuestro país, esta práctica sólo se ha convertido en la caza por el contrato y no se ha preocupado por devolverle al país (a la comunidad, científica o no)  el fruto de sus conocimientos bien pagados. Qué se les reclame visibilidad científica no es atacarles, es querer integrarles al discurso arqueológico, que contribuye a clarificar nuestra primera historia. Qué hayan gremios de profesionales del contrato, a mi no me molesta si su producción les acredita como profesionales. Al pedirles que hagan el esfuerzo de comunicar a la comunidad sus resultados, o por lo menos, sus intentos de identificar y caracterizar a las evidencias de las sociedades pretéritas, no se les está desacreditando, no se les está juzgando. Más bien se les está llamando a que salgan del closet sin miedo, y se les brinda un espacio para que  manifiesten con orgullo su trabajo.
Si pedir a los colegas (no importa de la mafia que sean) que se manifiesten por escrito y compartan el sentido de su accionar, con palabras, fotos, mapas y otros gráficos es atribuirse la autoridad moral, bueno que así sea. Alguien tiene que hacerlo desde el lado de la comunidad. Este es un esfuerzo ciudadano al que no le esquivamos la carga.
Si constatar el estado actual de nuestras prácticas es dar enseñanzas duras, tendremos que seguir haciéndolo desde el portal Arqueología Ecuatoriana (que de paso, Ya Es de Todos… los que quieran o puedan participar), pues la única función de un medio escrito es trasmitir la voz de los que prefieren no callar. El palimpsesto original era justamente esto, un espacio de tierra, donde se guardaban las ideas, donde el silencio se convertía en memoria! Memoria, vaya palabrita, ella comienza donde termina el olvido y se inician las acciones.

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Lastimosamente, se comprueba una vez más que la mayoría del gremio arqueológico en el Ecuador está fragmentado en pequeñas mafias apegadas a sus mediocres intereses, sus egoísmos, sus rivalidades, etc. Pero de nada sirve atacarse frontalmente a estos bajos instintos gregarios; la mejor herramienta al alcance de un investigador consciente, y que le permita contribuir a un cambio más allá del mismo blablabla de siempre, es sin lugar dudas su perseverancia para seguir adelante con sus proyectos y su difusión, desde sus propios medios e iniciativas, contra viento y marea.

Siendo así, se le felicita al autor del editorial por su labor en el portal, pero ¿cuánto ha publicado sobre sus propias investigaciones científicas? ¿Cuántas ponencias ha presentado sobre las mismas? Luego, ¿qué tanta credibilidad adquieren sus reproches hacia sus colegas?

Desde luego, queda claro que nunca está de más recibir lecciones. Impartirlas requiere no obstante un poco más de cautela, de tacto y de auto-crítica. Antes de pegar el grito al cielo, ¿por qué mejor no pensamos en cuán bien parados estamos como para atribuirnos la autoridad de dar enseñanzas, y de qué forma? En aquel "famoso" congreso de Guayaquil, agradecemos así a los amigos extranjeros quienes se propusieron ayudar a los arqueólogos ecuatorianos, compartiendo sus experiencias. Pero en este tipo de situaciones, la actitud es fundamental de cara a la adhesión a un mensaje, y lo cierto es que en este caso, los ademanes mesiánicos y moralistas de algunos de los mencionados académicos no contribuyeron precisamente a ganarse la simpatía del público.

Como vemos -y una vez más-, el maniquieísmo no es buen negocio. Tal vez se pueda reprochar a quienes prefieren publicar en "American Antiquity" y demás, su "falta de ética" o su "cobardía" para enfrentarse a los tan herméticos gremios arqueológicos del país... Pero muchos de ellos no carecen de méritos, como por ejemplo, el de contribuir a formar con entusiasmo a estudiantes nacionales a través de cátedras o escuelas de campo, ofreciéndoles verdaderas oportunidades de formación, muchas veces sin recibir nada a cambio, o muy poco. Tomando en cuenta que la educación es la base de este tan anhelado cambio, ¿no son éstos aportes tan o quizá más significativos que los discursos deontologistas de quienes en el país prefieren -por decir algo- la compañía de ciertos "amantes del arte"?

¿Entonces qué? ¿Quién es quién, para juzgar a quién, y sobre qué? Pensémoslo...

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¿Dónde están los profesionales? , ¿ en la academia?

El editorial del webmaster expresa en alta voz lo que muchos de nosotros hemos venido comentando desde hace ya algunos años. Parecería que al hablar de arqueología ecuatoriana siempre nos remitimos al conjunto de objetos, monumentos y reliquias del pasado, cuando en realidad la arqueología ecuatoriana comienza siempre con sus actores. Con la comunidad viva que la entiende, la ama y que quisiera posicionarla como un elemento activo de la identidad nacional. En principio, esa es una tarea de todos los ciudadanos (la revolución ciudadana !), pero es innegable que en ésta tarea los profesionales de la arqueología tiene una responsabilidad primordial.
Ahora la pregunta obvia es ¿quiénes son los profesionales de la arqueología? La respuesta primaria podría ser sencilla, profesionales son los que se ganan la vida en la práctica arqueológica. Pero no seamos primarios ¿qué significa ser profesional en arqueología?

En el Ecuador, o en cualquier otra parte del mundo, ejercer una profesión es realizar una actividad (remunerada o no) de acuerdo a las normas que una disciplina científica impone a su practica. En el campo de la arqueología, entre estas normas no sólo se incluyen los métodos y técnicas que se emplean en el campo y en el gabinete, sino que se destaca, sobre todo la obligación de informar a la comunidad (al ente social y a la comunidad científica) sobre el desempeño de sus actividades y de publicar sus resultados. Sobra decir que entre las normas fundamentales está la deontología. Para ser profesional no se necesita forzosamente percibir honorarios, o estar asociado a un gremio, sino sobre todo hay que actuar como un profesional, esto es cumpliendo con todas las normas que la profesión exige. Parecería que en algunas universidades este aspecto de la formación no ha sido enfatizada lo suficientemente. La vida profesional de un arqueólogo se sustenta en su producción, pero ésta es intrascendente sino se difunde; comunica a la comunidad. El viejo adagio dice “lo que no se publica no existe”,  resulta evidente que sin publicación, no hay vida profesional.

Durante años nos hemos quejado de la falta de un medio adecuado en donde poder expresar nuestras ideas, informar sobre el avance de nuestros trabajos, o hasta publicar los resultados de nuestras intervenciones. Desde hace ya dos años este medio ya existe y ha servido para que muchos colegas se comuniquen con la comunidad (nacional e internacional). Desgraciadamente, se diría que en la arqueología ecuatoriana hay sólo dos o tres practicantes, cuando en realidad la lista de los agremiados en el CPAE es de más de 40, o si se ve la lista de los contratos arqueológicos parecería que hay más de un medio centenar.
Para quienes piensan que esta reflexión se escribe para promover al sitio arqueología ecuatoriana, hay que recordarles que ésta constatación también es válida para el sitio del CPAE.  Naturalmente habrán los malinchistas que prefieren publicar en sitios como Naya, o en revistas especializadas como Latin American Antiquity, o en Arqueología Suramericana, pero en cambio, ¿dónde queda la responsabilidad de informar a la comunidad nacional sobre sus actividades?.

Visto en perspectiva se podría pensar que el “silencio de los indolentes” es sólo cuestión de madurez profesional, y que en realidad a muchos nos toma tiempo “rodarnos” y tener la seguridad suficiente como para poder informar, sin miedo, sobre nuestras actividades. Puede ser, pero las garras se afilan con el uso.

El profesionalismo en arqueología no es otra cosa que generar, compartir, discutir pautas para una mejor constitución y comprensión del dato arqueológico. A los que piensan que ser profesional se reduce a cobrar honorarios, o un sueldo en alguna universidad, hay que recordarles en qué consiste verdaderamente la profesión.

Otra corriente de ilusos empedernidos piensan que estar en la Academia hace de ellos arqueólogos, e inclusive profesionales respetados, pero no hay que olvidar que en nuestro medio hay muchas academias. Abundan las academias de belleza, las academias de baile, las academias de corte y confección, inclusive la academia de la “lengua”, todas ellas muy loables, pero ninguna hace de sus miembros profesionales. El finado Presley Norton gustaba hablar de la academia Mickey Mouse para referirse a los autocalificados académicos de la arqueología ecuatoriana de los años 80 y 90. Viendo el estado actual de cosas, don Presley probablemente diría que su término acuñado tiene aun mucha vigencia. En arqueología, la Academia se refiere a una práctica intelectual, donde el campo es la antesala a la producción científica. La Academia no es un círculo exclusivo de auto elegidos y pseudos intelectuales, sino que es el grupo que publica, que genera y participa en la discusión del dato arqueológico. De una Academia responsable se puede esperar una contribución real a lo que debería ser la política arqueológica en el Ecuador. De la academia Mickey Mouse no se puede esperar otra cosa que pedantería, prepotencia y egoísmo, que son las características de los envanecidos consigo mismo. La primera responsabilidad de un académico es actualizarse y promover la actualización científica en la práctica profesional. No obstante, para hacer académico la docencia no basta, vemos el caso de muchos docentes que hoy se rehúsan a ser evaluados. En la Academia verdadera, la teoría y la praxis se confrontan cotidianamente y de ahí nace la producción de la ciencia. Por ello, la Academia es una práctica que sirve de ejemplo a las generaciones que aspiran a ser profesionales. En muchos casos, un académico “viejo” ha dejado ya el campo y se ha convertido en un “profesional de escritorio”, pero su producción es el reflejo de una práctica razonada y multifacética.

Entonces, ¿donde mismo están nuestros profesionales? Los autollamados arqueólogos están en la empresa, donde el profesionalismo se mide en el número de contratos adquiridos, según el juego de la oferta y la demanda y del porcentaje productivo de pruebas de pala realizadas. Es quizás por ello que la declaratoria del III Congreso de Antropología y Arqueología Ecuatoriana, sobre la arqueología de salvamento y de su ética ha tenido tan poca trascendencia en nuestro medio. Pero claro, esa sólo fue una resolución tomada por el “parque Jurasico” de la arqueología latinoamericana. ¿Dónde están las voces de la academia arqueológica ecuatoriana? …  en los ya tan trillados sonidos del silencio.

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Abremos un debate alrededor de la participación – o ausencia de participación – de los profesionales a los debates y a la difusión del conocimiento en dirección del público, relacionado al editorial ¿En dónde estaban los profesionales?



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